Juan Buscamares, la gran epopeya chilena del siglo 21Este legendario cómic está completo y editado en una versión exclusiva para Chile, con material inédito y páginas extras. Puede leerse como el regreso a la patria de un embajador que por veinte años nos llenó de glorias. Es más que un cómic, es un capítulo exquisito y original de la literatura chilena de los últimos años.
En mitad de un desierto, un hombre vestido con un abrigo largo observa los huesos de una ballena jorobada. Giramos la primera página y… «Overhead the albatros, hangs motionless upon the air…», la letra de la primera estrofa de Echoes, esa monumental suite cósmica de 24 minutos que completa la cara B del disco Meddle de Pink Floyd. Dos páginas más adelante el relato nos lleva a 1954, durante el descubrimiento de la momia del niño del Plomo, en el cerro del mismo nombre, frente a Santiago de Chile… Elipsis a varios siglos al futuro.
La Tierra, nuestro planeta, se ha secado. No hay mares, ni ríos, ni lagos. Un submarino enterrado en la arena dispara contra un camión blindado tripulado por un hombre que se hace llamar Juan… El camión escapa y en su huida recoge a Aleluya, una hermosa mujer que vende su cuerpo a cambio de un poco de agua.
Estamos en la página 15 de las 216 de la edición integral de Juan Buscamares, el cómic chileno más importante desde Mampato y que tras triunfar en el extranjero es al fin publicado en Chile a través de una lujosa y cuidada edición del sello Planeta Cómic de Editorial Planeta. Era justo y necesario, también relevante. Un hito, igual o mayor a la publicación de todo Metabarones de Jodorowsky, el año pasado por Penguin Random House.
Aparecida en cuatro volúmenes entre 1996 y 2003, Juan Buscamares es una saga postapocalíptica escrita y dibujada por el chileno Félix Vega, que mezcla mitos latinoamericanos y pesadillas ecológicas en una aventura tan épica como violenta que toma y desarma el arquetipo del fin del mundo en la línea de Mad Max, conduciéndolo hacia un apocalipsis antropológico y mítico en reemplazo del lugar común de la guerra nuclear.
A finales del '96, tras ser publicada –sólo su primera parte- en una edición en blanco y negro, por revista Bandido, Juan Buscamares dio el salto a lo grande. Autor y obra se mudaron a España, vino el color, las acuarelas y la edición en España, Francia, Italia, el resto de Europa y el mercado norteamericano a través de las páginas de la influyente revista Heavy Metal, la publicación más importante del comic independiente a nivel mundial. Juan Buscamares, una historia profundamente chilena era conocida en el resto del mundo, acaparaba reseñas elogiosas y premios, pero acá nadie la conocía.
O al menos nadie fuera del circuito de los lectores de cómic. Y de cómic de autor y europeo, que es un nicho aun más reducido que el de los seguidores del manga japonés o los superhéroes. Juan Buscamares era un mito, una suerte de leyenda urbana de la historieta nacional, un golazo del noveno arte que sabíamos existía pero no teníamos en nuestras manos, salvo aquella primera parte aparecida en Bandido y un par de álbumes recopilatorios que llegaban a librerías especializadas por la casa española Norma Comics.
Y mientras eso pasaba, en Francia se publicaba un integral en tapas duras con toda la saga, a la par que Félix Vega daba inicio a una nueva epopeya, Vinland, su personal acercamiento al descubrimiento de América por parte de los Vikingos, con iguales reseñas y flores de parte de la crítica especializada.
Hijo de Oscar «Oskar» Vega, uno de los tres creadores de Mampato (junto a Themo Lobos y Eduardo Armstrong), Félix Vega es parte de la delantera de la llamada «roja del cómic chileno» que tiene a varios artista locales destacando en mercados tan exigentes y grandes como el Europeo, Asiático y Norteamericano. Profesionales como Gabriel Rodríguez (Locke & Key) y Nelson Daniel (Juez Dreed) que han puesto a la historieta chilena en los pináculos más altos de la disciplina.
Pero si hoy ellos brillan y ganan premios, es en parte por el camino pavimentado por Félix y su tetralogía de Juan Buscamares que a fines de los noventa llevó a su autor al viejo continente, lo convirtió en dibujante estable de la edición hispana de Playboy y permitió que su catálogo, con publicaciones de su completa autoría, fueran adquiridos por editoriales de la industria franco-belga, sin que acá en Chile se supiera de su existencia y sus logros; que en su disciplina convierten a Vega en un artista y un referente al nivel de Raúl Ruiz o Roberto Bolaño.
Hoy finalmente se hace justicia con el autor y su obra, Juan Buscamares está completo y editado en una versión exclusiva para Chile, con material inédito y páginas extras. Puede leerse como el regreso a la patria de un embajador que por veinte años nos llenó de glorias.
Juan Buscamares es más que un cómic, es un capítulo exquisito y original de la literatura chilena de los últimos años, una pieza clave en el fantástico nacional y una gran saga/epopeya que el cine y la TV chilena debieran atender. En una época en que el cómic y la ciencia ficción dominan la taquilla mundial, Juan Buscamares constituye con ventaja la gran épica chilena del siglo 21, una maravilla dibujada y pintada que descubrir más que una necesidad, es una obligación.
http://www.carashombre.cl/ocio/1137/Juan-Buscamares-la-gran-epopeya-chilena-del-siglo-21
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